8/4/18

Cirugía, una alternativa para tratar la epilepsia [8-4-18]


Cirugía, una alternativa para tratar la epilepsia

Algunos casos. Beneficia a ciertos pacientes que tienen la variante de la enfermedad que no responde a medicamentos.


La epilepsia es una enfermedad que se observa con cierta frecuencia en la población general, tanto adulta como pediátrica, cuya incidencia aproximada, según la bibliografía existente, es de 100 casos cada 100.000 habitantes.

La frecuencia es mayor en el primer año de vida; luego, desciende durante la niñez y adolescencia y se mantiene estable entre los 20 y 50 años, para aumentar nuevamente después de esa edad, con cifras parecidas a las detectadas en el primer año de vida.

Las causas son: en el 63,7 por ciento, desconocidas; en el 13,2 por ciento, la enfermedad vasculocerebral (la principal etiología en los mayores de 60 años); en el 5,5 por ciento, anomalías del desarrollo cerebral; en el 5 por ciento se detectan causas genéticas; en el 4,1 por ciento, causas secundarias a traumatismos craneoencefálicos graves; en el 3,6 por ciento, por tumores cerebrales; en el 2,6 por ciento, por infecciones del sistema nervioso central; en el 1,8 por ciento por enfermedades degenerativas del sistema nervioso; y en el 0,5 por ciento por otras causas, según señala John F. Annegers, en el capítulo de Epidemiología de la Epilepsia, en la Edición 1997 del libro editado por Elaine Wylle, titulado El tratamiento de la epilepsia .

De cada 100 personas que padecen la epilepsia, entre el 60 y el 80 por ciento se tratan satisfactoriamente con las diversas drogas antiepilépticas, mientras que del 20 al 40 por ciento restante no responden a los fármacos, lo que las transforma en refractarias al tratamiento médico o resistentes a las drogas.

Este tipo de epilepsia –la refractaria o resistente a las drogas– puede beneficiarse de las distintas técnicas quirúrgicas descriptas para esta patología.

Las epilepsias catastróficas de la infancia son aquellas que se originan en el primer año de vida y son refractarias, en su mayoría, al tratamiento farmacológico; por lo tanto, estos pacientes son candidatos a la cirugía, coincide Anne T. Berg en el capítulo de Epidemiología de la Epilepsia Generalizada Intratable, en la edición 2008 del 
libro editado por Haans O. Lüders, titulado Cirugía de la epilepsia .

Los procedimientos quirúrgicos varían según el tipo de epilepsia refractaria, y se los puede agrupar en técnicas de resección, de desconexión, y de estimulación.

Las técnicas de resección son las más usadas e incluyen a la exéresis de distintas lesiones, tales como: anomalías del desarrollo embrionario del cerebro o displasias corticales, tumores, procesos infecciosos, lesiones secuelares de los traumatismos craneoencefálicos, patología vasculocerebral, y la gliosis mesial, que se ubica en la parte interna del lóbulo temporal y es la causa mas frecuente de epilepsia refractaria, observada especialmente en la adolescencia y adultez.

Las técnicas de desconexión más conocidas son la callosotomía, la transección córtico-subpial múltiple, y las hemisferostomías; estas se indican cuando la afección abarca a todo o gran parte de un hemisferio cerebral. Con ellas se logra el control de las crisis y el desarrollo intelectual de los pacientes, según se desprende del artículo Epilepsy surgery in infants , publicado por Elaine Wylle, en Epilepsia, en 1996. Estas operaciones fueron descriptas por los doctores Coined y Delalanda en 1992 y por los doctores Villemure y Mascott en 1995, reemplazando a las hemisferectomías anatómicas y funcionales, por ser procedimientos menos destructivos, menos agresivos, y menos secuelizantes.

La callosotomía es una operación utilizada en aquellos enfermos con desórdenes convulsivos multifocales o generalizados, que no responden a la medicación, con el objeto de disminuir el número de las crisis diarias. La primera publicación de este procedimiento fue efectuada en 1940 por los doctores Van Wagenen y Herren.

La transección córtico-subpial múltiple se emplea cuando la zona epiléptica se encuentra en un área cerebral elocuente como el centro de la palabra, de la visión, de los movimientos, etcétera. Esta área epiléptica puede estar dada por la presencia de anomalías congénitas, como las displasias corticales, tumores, lesiones vasculares, etc. que no pueden ser resecadas porque dejaría con discapacidad al paciente; por ejemplo mudo si el área afectada fuera el área de la palabra o centro de Broca. La técnica fue descripta por el doctor Morell y colaboradores en 1989.

Las técnicas de estimulación comprenden la estimulación del nervio vago y de la región subtalámica, indicadas en pacientes que sufren un determinado tipo de epilepsia refractarias a la medicación y que no pueden beneficiarse de los otros procedimiento quirúrgicos.

Los pacientes con epilepsia resistente a las drogas o epilepsia refractaria deben ser evaluados correctamente por los neurólogos, quienes los examinarán y realizarán los estudios neurofisiológicos necesarios, tales como: el electroencefalograma común, el electrovideo-monitoreo, la colocación de grillas subdurales, para determinar la zona epileptógena.

En el estudio de las causas de este tipo de epilepsia y en su localización, los estudios de imágenes juegan un rol importantísimo. Procedimientos como la resonancia nuclear magnética, que es el de elección en todos los casos, como el Spect y el PET de cerebro que son estudios con radioisótopos.

Si el paciente ha sido correctamente evaluado y seleccionado para tratamiento quirúrgico y el procedimiento se realiza sin complicaciones, será beneficiado desde el punto de vista físico, psíquico, conductual, familiar, social y laboral.

Ingreso a la Academia de Medicina

Julio César Suárez es neurocirujano, médico egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Córdoba, donde recibió también el título de doctor en Medicina en 1972 y el de profesor emérito en 2005. Fue durante más de 40 años jefe de su área en el Sanatorio Allende, establecimiento del que actualmente es consultor.

El jueves 3, ingresó como miembro titular de la Academia de Ciencias Médicas de Córdoba, que se encuentra en la Avenida Vélez Sársfield 229 de nuestra ciudad, donde fue presentado por el profesor doctor Bartolomé Allende, director general del Sanatorio Allende.

Durante el acto, brindó una conferencia sobre Cirugía de la Epilepsia ante los miembros de la Academia.

1/4/18

Un estudio concluye que un suceso estresante puede desencadenar epilepsia


Un estudio concluye que un suceso estresante puede desencadenar epilepsia
Un estudio concluye que un suceso estresante puede desencadenar epilepsia

diariodicen.es

En los últimos años se han publicado diferentes estudios que apuntan a que existe una estrecha relación entre el estrés y la epilepsia. En concreto, se investiga la posible relación existente entre el estrés con el desarrollo inicial de la enfermedad, aunque se cree que se trata de un desencadenante de crisis epilépticas en pacientes con epilepsia conocida.

Tal y como ha señalado el dr. Joaquín Ojeda, neurólogo del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, “muchos pacientes refieren un evento estresante, por ejemplo, uno de los más comunes es la muerte de un ser querido, como factor desencadenante de sus crisis epilépticas. Por otro lado, el estrés acumulado, el estrés crónico, también podría influir en la falta de control de la epilepsia”.

Investigaciones recientes señalan el papel como desencadenante de convulsiones. “La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica que se caracteriza por convulsiones recurrentes. Es habitual que los pacientes perciban el estrés como factor precipitante de las mismas, aunque cabe señalar que no existe una evidencia científica lo suficientemente sólida y serían necesarios estudios más concluyentes. Pero sí se han correlacionado positivamente mayores niveles de estrés con la posibilidad de crisis epilépticas”, afirma el dr. Ojeda.

En este sentido, y dado el factor impredecible de las crisis epilépticas, el especialista incide en que “cuanto mayor sea el conocimiento de los factores precipitantes, mayor control podremos tener sobre las mismas, mejorando la calidad de vida del paciente”.

El estrés y la epilepsia pueden interactuar de múltiples formas. La propia enfermedad puede provocar estrés al paciente por los efectos incapacitantes que produce: “el hecho de vivir con una enfermedad crónica, las crisis epilépticas recurrentes, convulsivas o no, pueden ser un hecho estresante en sí mismo”, apunta el dr. Ojeda, que añade además que “la depresión y la ansiedad son comorbilidades comunes de la epilepsia y existen relaciones bidireccionales con estos trastornos”.

La eliminación efectiva de factores desencadenantes de las crisis podría reducir la frecuencia de las mismas, disminuyendo a su vez los niveles de estrés. Todo ello explica la importancia de tener en cuenta estos factores en investigación. “Recientemente se ha publicado en la revista de la Academia Americana de Neurología (Neurology), el beneficio de terapias de conducta antiestrés en la mejoría de la frecuencia de las crisis epilépticas en un grupo de 66 pacientes”, afirma el especialista. Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), unos 50 millones de personas en todo el mundo padecen epilepsia, de modo que se trata de una de las patologías neurológicas más comunes.

4/1/18

Viviendo con la epilepsia [4-1-18]


Viviendo con la epilepsia

Las crisis pueden ser visuales O auditivas, y no siempre existen convulsiones.

Carmen Vélez no nació en hospital ni en clínica. La mamá fue asistida por una partera en algún barrio seco y polvoso de Portoviejo (Manabí) hace 33 años. Carmen no lloró al nacer, padeció falta de oxígeno (hipoxia neonatal), la causa más común por la que se produce la epilepsia.

“El 90 por ciento de los pacientes que sufren de epilepsia padecieron de hipoxia neonatal.  El otro 10% son pacientes con traumatismos de cráneo, meningitis, malformaciones cerebrales y tumores”, manifiesta el neurocirujano Jimmy Hurtado.

Vélez pertenece a ese 90% de pacientes a los que el doctor Hurtado se refiere. La primera vez que surgieron los síntomas ella tenía 11 años. Lo que le sucedía en un principio, es algo que el doctor Hurtado califica como crisis de ausencia.  “Donde el niño puede quedarse de 4 a 30 segundos como desconectado. Está despierto pero no está consciente, no existe, es una epilepsia sin convulsión”, manifiesta Hurtado. Generalmente no pueden detectarse a no ser que el niño esté realizando alguna actividad y alguien (maestro, padre, o compañero) esté muy cerca de él, como para comprobar su estado.



ENFERMEDAD. La epilepsia es producida por la irritación de un grupo de neuronas, que generan una corriente eléctrica disociada que altera la conciencia y la motricidad, produciendo crisis, contracción y relajación de los músculos de forma alternativa.

Encierra varias crisis, la ya mencionada crisis de ausencia, crisis tónico clónica (la común, y que conlleva convulsiones y saliveo), crisis auditiva y crisis visuales. Vélez padece la crisis tónico clónica. Hace días atrás sufrió una en la calle mientras iba a la iglesia evangelista a la que asiste todas las tardes. Esto sucedió porque desde hace dos años Vélez dejó de tomar el medicamento que le recetaron para impedir las crisis. “Ya no las tomo porque no servían para nada. Yo soy evangélica y creo en la santísima trinidad, oro todos los días, Dios me ha asegurado que ya no padezco esa enfermedad”, afirma.

Antes tomaba una tableta de Tegretol (medicamento para la epilepsia), en la mañana y otra en la noche porque las crisis eran continuas,  dejó de tomarlas porque le producía angustia, además, cree que no van con lo que Dios quiere para ella. “Gastaba 60 dólares al mes solo en pastillas”. Vélez vive con su hija de 10 años y un perro french poodle. Tiene su propia casa en la cooperativa Ciudad Nueva.  Trabajaba de costurera pero desde hace algún tiempo no hace otra cosa que predicar la palabra de Dios. Viaja a El Carmen o recorre la ciudad. Su esposo vive en Valencia, España, desde hace algunos años, pero según cuenta, hace tres años no le envía nada. “Ahora está sin trabajo, antes trabajaba en el campo. Todo lo que necesito se lo pido a Dios y él me lo da”, indica.



MITOS. Ningún ataque convulsivo de epilepsia mata las neuronas. Ningún persona que esté padeciendo un ataque se puede morir ahogado con su lengua, a no ser que la muerda tan fuerte que la arranque y muera atragantado. Otro mito es creer que el paciente va a dejar de convulsionar si le jalan el “dedo del corazón”. Las crisis no pueden matar a un paciente, sin embargo depende de donde le dé la crisis, por ejemplo la puede sufrir mientras nada y entonces moriría ahogado.

Según el neurocirujano Jimmy Hurtado sufrir alucinaciones, como por ejemplo ver o escuchar cosas que no son reales, pueden ser crisis epilépticas. Todo depende del resultado que arrojen los análisis que se le hagan al paciente.



TRATAMIENTO. Todo depende del tipo de crisis que padezca el paciente. Si está en estado convulsivo constantemente se le aplica sedantes potentes para cortar el ciclo. Si la crisis son espaciadas se le recetan los anticonvulsivos como el Tegretol. También se puede llegar en casos extremos a la cirugía de la epilepsia, que consiste en operar de la cabeza al paciente para quitarles las neuronas dañadas causantes de las crisis.

 

28/12/17

Así son las epilepsias refractarias a tratamiento

Así son las epilepsias refractarias a tratamiento

Así son las epilepsias refractarias a tratamiento

Existen pacientes con síndromes epilépticos refractarios al tratamiento farmacológico. Esto se asocia a una peor calidad de vida y los hace candidatos a intervenciones quirúrgicas especializadas.

infotiti.com.-Diego J. Pereira

Una cuarta parte de los pacientes con epilepsia son refractarios al tratamiento médico, por lo que el diagnóstico oportuno por parte del médico se hace primordial con el objetivo de evaluar la posibilidad de una intervención quirúrgica que solucione el problema de base.

Existen algunos factores de riesgo que hacen propensos a los pacientes a desarrollar resistencia a los fármacos.

Dependiendo del tipo de síndrome epiléptico, existe una efectividad variable de las intervenciones quirúrgicas en base a la experiencia gracias a la medicina basada en la evidencia. Es sobre estas características sobre lo que venimos a hablarte el día de hoy.


¿Cuándo estamos ante un caso de epilepsia refractaria a tratamiento?

Según la International League Against Epilepsy (ILAE), la epilepsia refractaria es:

"Aquella en la cual se ha producido el fracaso a 2 ensayos de fármacos antiepilépticos, en monoterapia o en combinación, tolerados, apropiadamente elegidos y empleados de manera adecuada, para conseguir la ausencia mantenida de crisis”

Generalmente, cuando se empieza el tratamiento farmacológico habitual (con fármacos que modulan los neurotransmisores excitadores e inhibidores del sistema nervioso central) se establece como “ausencia mantenida de crisis” a un período de un año.

Es decir, los pacientes no deberían presentar convulsiones en ese lapso de tiempo.

El problema con los pacientes resistentes al tratamiento es que, al no servir el tratamiento farmacológico habitual, suele aumentar la incidencia de crisis epilépticas. Esto conlleva a un aumento del riesgo de muerte y traumatismos, lo cual compromete la calidad de vida del paciente.


¿Cuáles son los factores de riesgo para sufrir de epilepsia refractaria?

Los factores de riesgo son un conjunto de circunstancias que hacen a un paciente más susceptible de sufrir una determinada condición. En este caso, dichos factores dependen ligeramente de la edad y se han logrado determinar gracias a una serie de estudios prospectivos.

En los niños, las edades tempranas, el retraso mental, estudios imagenológicos alterados y una frecuencia alta de crisis empeoran el pronóstico global.

En los adolescentes, el retraso mental y las alteraciones psiquiátricas son factores de riesgo, mientras que en los adultos son las crisis epilépticas con afectación de la conciencia precoz, múltiples tipos de crisis o anomalías en el EEG (electroencefalograma).


¿Cuáles son las opciones terapéuticas para estos pacientes?

En todos los casos, el tratamiento dependerá del caso particular del paciente y la experiencia del médico tratante. Sin embargo, parecen existir algunas líneas generales que unifican criterios.

El tratamiento médico farmacológico suele estar orientado hacia la politerapia. Es decir, la combinación de distintos fármacos para intentar encontrar algún cambio en los efectos. Los medicamentos utilizados suelen tener distintos mecanismos de acción, una estrategia útil para aumentar la potencia de la droga y disminuir los efectos adversos.

Otra opción de tratamiento son los dispositivos de neuroestimulación, como el empleado para la estimulación del nervio vago y el más reciente, el sistema RNS.

En algunos pacientes con epilepsia refractaria, especialmente niños, dietas específicas pueden ser de ayuda para controlar la ocurrencia de crisis.

Entre las más estudiadas en relación a la epilepsia están la dieta cetogénica, dieta de Atkins modificada y la dieta de bajo del índice glicémico. Todas necesitan de una estricta supervisión médica para su aplicación.

En muchos de los casos de epilepsia refractaria, la cirugía es una opción bastante viable. Sin embargo, esto depende del tipo de síndrome epiléptico involucrado.

Existen algunos criterios que los médicos utilizan para poder indicar las intervenciones quirúrgicas, además de existir contraindicaciones absolutas o relativas.


¿Cuáles son las epilepsias tratables mediante cirugía?

La epilepsia del lóbulo temporal mesial es considerada especialmente cuando es secundaria a esclerosis del hipocampo.

Las crisis de este síndrome siguen una secuencia más o menos específica que permiten identificarlo clínicamente, además de ser el prototipo de síndrome epiléptico quirúrgicamente tratable.

También son candidatas las epilepsias neocorticales con lesiones únicas circunscritas, que se caracterizan porque las crisis convulsivas se desarrollan por una alteración encefálica identificable por resonancia magnética.

Gracias a esto, puede identificarse fácilmente la región “dañada” para poder eliminarla mediante cirugía.

28/11/17

Un buen diagnóstico cura el 70% de los casos de epilepsia infantil [28-11-17]


Un buen diagnóstico cura el 70% de los casos de epilepsia infantil

Expertos en neurofisiología se reúnen estos días en Granada para hablar sobre avances médicos

Con un buen diagnóstico y tratamiento, la epilepsia infantil se cura en el 70% de los casos, por lo que es esencial la intervención de un neurofisiólogo ya que no todas las convulsiones son epilépticas. Del 30% restante, otro 70% puede controlarse con medicación.

Según Francisco Villanueva, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurofisiología Clínica, que celebra estos días una reunión en Granada, "a veces una convulsión febril puede ser síntoma de algo oculto que no se había descubierto".

Además, afirma que "ni los juegos de ordenador ni la televisión provocan epilepsia". Ante cualquier convulsión, el experto aconseja acudir al especialista porque un correcto diagnóstico neurofisiológico permite curar un 70% de los casos.
 

13/11/17

Epilepsia fotosensitiva [13-11-17]


Epilepsia fotosensitiva

Las características de los ataques son variables y dependen de la zona del cerebro en la que empieza el trastorno

Un enemigo silencioso, del que no queremos saber nada, se llama epilepsia. Las causas prácticamente se deben a una irritación cortical en el lóbulo temporal izquierdo, con manifestaciones que van desde la pérdida de la conciencia hasta crisis convulsivas.


Qué es la epilepsia

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la epilepsia es una enfermedad cerebral crónica que afecta a personas de todos los países y se caracteriza por convulsiones recurrentes. Las convulsiones son episodios breves de contracciones musculares que pueden afectar a una parte del cuerpo, llamadas convulsiones parciales o a su totalidad, llamadas entonces convulsiones generalizadas; en ocasiones se acompañan con la pérdida de la consciencia y del control de esfínteres.


Origen

Esos episodios se deben a descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales. Las descargas pueden producirse en diferentes partes del cerebro. Las convulsiones pueden ir desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares hasta convulsiones prolongadas y graves. Su frecuencia también puede variar desde menos de una al año hasta varias al día.


Síntomas

La OMS cita que las características de los ataques son variables y dependen de la zona del cerebro en la que empieza el trastorno, así como de su propagación. Pueden producirse síntomas transitorios, como ausencias o pérdidas de conocimiento, y trastornos del movimiento; de los sentidos, en particular la visión, la audición y el gusto; del humor o de la función mental. Las personas con convulsiones tienden a padecer más problemas físicos, tales como fracturas y hematomas, y mayores tasas de otras enfermedades o problemas psicosociales y de trastornos tales como la ansiedad o la depresión. El tipo más frecuente, 6 de cada 10 casos, es la epilepsia idiopática, es decir, la que no tiene una causa identificable. En muchos casos hay alteraciones genéticas subyacentes.


Dos millones de pacientes

Iniciando el mes de febrero de este año, la OMS señaló que la epilepsia afecta a 50 millones de personas a nivel mundial; en tanto que en México existen alrededor de dos millones de personas que presentan este mal. La OMS promulgó el próximo 9 de febrero como el Día Internacional de la Epilepsia.


Una enfermedad neurológica

Lilia Núñez Orozco, la vicepresidenta del Buró Internacional para la Epilepsia, en un comunicado explicó que la epilepsia es una enfermedad neurológica que se caracteriza por la presentación de crisis o ataques, que suceden porque ocurre una descarga neuronal desordenada y excesiva en algún sitio del cerebro y afecta a cualquier edad. No obstante, frecuentemente aparece en la infancia y en la adolescencia, donde se presentan el 75 por ciento de los casos.


Epilepsia sintomática o secundaria

La epilepsia con causas conocidas se denomina epilepsia secundaria o sintomática. Dichas causas pueden consistir en: a) daño cerebral por lesiones prenatales o perinatales, como asfixia o traumatismos durante el parto, bajo peso al nacer; b) malformaciones congénitas o alteraciones genéticas con malformaciones cerebrales asociadas; c) traumatismos craneoencefálicos graves; d) accidentes vasculares cerebrales, que privan al cerebro de oxígeno; e) infecciones cerebrales como las meningitis y encefalitis o la neurocisticercosis; f) algunos síndromes genéticos; g) los tumores cerebrales.


Epilepsia fotosensitiva

Según el Dr. Vittorio Porciatti, del Instituto de Neurofisiología en la Universidad de Pisa, la epilepsia fotosensitiva es un problema causado por una respuesta anormal del cerebro a las luces intermitentes, tipo flash, que se debe a que el mecanismo en el cerebro que controla la reacción a la información visual “es defectuosa o está ausente” en las personas que sufren este tipo de epilepsia. Además de las luces parpadeantes o relampagueantes rápidas, especialmente si son rojas, los ataques pueden ser causados, a veces, por ciertas formas y patrones geométricos.


Frecuencia del parpadeo luminoso

La frecuencia del parpadeo de luz que provoca estos ataques varía de persona a persona. Generalmente se da en frecuencias que oscilan entre los 5 y los 30 parpadeos por segundo (hertz). Hay personas, sin embargo, que son “fotosensitivos” a frecuencias más altas, aunque es poco común la epilepsia fotosensitiva por debajo de los 5 hertz. El Dr. Porciatti señala que el 0,5 % de la población total es epiléptica y el 3 % de esta cantidad, es decir el 0,015 % de la población total, es fotosensitiva. La epilepsia fotosensitiva es más común entre niños que entre adultos y más común en mujeres que en hombres.


Fuentes emisoras

Las fuentes emisoras son variadas, a continuación citamos algunos casos comprobados: En Inglaterra, se retiró de la web de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 una animación en la que aparecía su nuevo y polémico logo en movimiento y asociado con ciertos haces de luz muy veloces.

La causa es que esta animación provocó 22 denuncias de usuarios con epilepsia fotosensitiva. En el Reino Unido hay 23,000 personas que sufren este tipo de epilepsia y que sufrieron convulsiones al visualizarlo en la web, como denunció la organización Epilepsy Action.


La TV y la epilepsia

Un episodio de la serie llamada Pokemón, llamado “Denno Senshi Porygon” o el soldado eléctrico Porygon, fue emitido en Japón el martes16 de diciembre de 1997, a las 18:30 hora estándar en Japón. El episodio, que fue transmitido en más de 37 estaciones de televisión por la noche, siendo visto en poco más o menos 4.6 millones de hogares. Aproximadamente a de los 20 minutos en el episodio, hubo una escena en la cual Pikachu detiene algunos cohetes con su ataque de Impactrueno, resultando en una enorme explosión que iluminó la pantalla en luces rojas y azules. Estos destellos fueron extremadamente brillantes, con parpadeos en un radio de 12 Hz por aproximadamente 4 segundos en casi toda la pantalla, y luego por 2 segundos abarcando toda la pantalla.


El daño Pokemón

En esta escena, los televidentes comenzaron a quejarse de visión borrosa, dolores de cabeza, mareos y náuseas. Otros tuvieron convulsiones, ceguera y pérdida de la conciencia. La Agencia contra Incendios del Japón reportó que un total de 685 televidentes de los cuales 310 niños y 375 niñas, fueron llevados a los hospitales en ambulancias. Aunque muchas víctimas se recuperaron en la ambulancia, más de 150 de ellos fueron admitidos en los hospitales. Dos personas permanecieron hospitalizadas por más de dos semanas. El suceso se repitió, luego de que un noticiero retransmitió imágenes de las escenas del episodio en donde aparecen las luces destellantes. Aunque la histeria colectiva indujo a que más de 12 mil niños presentaran síndromes similares a la epilepsia.


Nintendo

También en el año 1997, la compañía de videojuegos Nintendo lanzó el juego Star Fox 64. Luego, varias revistas de Nintendo hablaron de que Gordon, el jefe del Área 6, con su rayo arcoíris, dejó a varios jugadores con epilepsia
fotosensitiva.


Diagnóstico

El diagnóstico puede realizarse observando la correlación entre la exposición a los estímulos visuales específicos y la actividad convulsiva. Una investigación más precisa se puede llevar a cabo mediante la combinación de un estudio con electroencelograma (EEG) con un dispositivo de producción de estimulación fótica intermitente (IPS). El dispositivo IPS produce tipos específicos de estímulos que se pueden controlar y ajustar con precisión. El médico de pruebas ajusta el dispositivo IPS y busca anomalías características en el EEG, como respuesta paroxística, que son consistentes con PSE y/o puede anunciar el inicio de la actividad convulsiva. La prueba se debe detener antes de que ocurra realmente un ataque.


Tratamiento y pronóstico

Definitivamente no recomendamos asistir a lugares en los que exista iluminación a través de colores y tonos rojos, mucho menos si éstos son intermitentes. No hay cura disponible para la epilepsia fotosensitiva, aunque la sensibilidad de algunos pacientes puede disminuir con el tiempo. El tratamiento médico está disponible para reducir la sensibilidad, con valproato de sodio se prescribe comúnmente. Aunque acá, por la agresividad que tiene este fármaco sobre el hígado, así como otras sales de ácido valpróico, no recomendamos este tratamiento. Insistimos, si padeces este problema de salud, es mejor aprender a evitar situaciones en las que podrían estar expuestos a estímulos que desencadenan convulsiones y/o tomar medidas para disminuir su sensibilidad si se exponen inevitablemente. Estas acciones conjuntas pueden reducir el riesgo de convulsiones a casi cero como en muchos pacientes con este padecimiento.


Efecto Bucha

Una afección relacionada con la epilepsia fotosensitiva, es el efecto Bucha, también conocido como parpadeo vértigo. Aunque sin ir tan lejos como la epilepsia. Acá, después de la exposición a la luz estroboscópica las víctimas se sienten mareadas, desorientadas y debilitadas. Este fenómeno fue identificado por el Dr. Bucha durante la década de 1960, investigando una serie de caídas inexplicables de helicópteros. Los pilotos que lograron sobrevivir explicaron que antes de perder el control de su nave, citaron que experimentaron sensaciones de mareo y confusión. El Dr. Bucha descubrió que el rotor del helicóptero, cuando giraba a determinadas velocidades, podía producir destellos de luz solar a frecuencias que coincidían con las frecuencias eléctricas de las ondas cerebrales del sistema nervioso central, induciendo síntomas similares a los ataques de epilepsia, incluidos desorientación y náuseas, entre otros. El efecto Bucha ha sido utilizado como principio de funcionamiento de algunos tipos de armas no letales.
 

30/10/17

Francesc Sanmartí: «La epilepsia no es para toda la vida» [30-10-17]


Francesc Sanmartí: «La epilepsia no es para toda la vida»

  • La mayoría de los casos pediátricos se controlan con fármacos y desaparecen con el tiempo
  • En los casos resistentes a la medicación, técnicas como la estimulación del nervio vago pueden reducir las crisis
La incidencia de la epilepsia en la infancia es de 45 nuevos casos al año por cada 100.000 niños menores de 10 años. Esta cifra aumenta a 113 por 100.000 antes del año. Además de ser más frecuente que en adultos, la epilepsia infantil es más complicada de manejar por sus múltiples causas. La mayoría de los casos pediátricos se controlan con un solo fármaco. Sin embargo, una minoría significativa desarrolla una epilepsia que no cede con la medicación. La cirugía, la dieta cetógena o la estimulación del nervio vago mejoran algunos casos.

«Contrariamente a una idea muy generalizada, la epilepsia no es algo para toda la vida. En una gran mayoría de los pacientes, alrededor del 70 o el 75%, se pueden controlar las crisis con el tratamiento», explica Francesc Sanmartí desde la experiencia de sus 36 años como epileptólogo infantil. Durante los últimos diez años coordinó la Unidad de Epilepsia Pediátrica y del Adolescente del Hospital Universitario San Juan de Dios, en Barcelona, y en 2008 impulsó la Unidad de Trastornos del Sueño en niños. La Sociedad Española de Epilepsia le concedió en octubre pasado el premio a la mejor trayectoria profesional.

¿Por qué se producen las crisis?

La epilepsia se caracteriza por una predisposición a generar convulsiones debido a una actividad excesiva y sincronizada de las neuronas. Dependiendo de la zona donde se producen las descargas, hay diferentes manifestaciones: motoras, sensoriales (alucinaciones visuales o auditivas), sensitivas (hormigueos) o alteraciones de la conciencia.

¿Cuáles son los casos más graves?

Los producidos por encefalopatías, que se presentan en edad pediátrica, incluso en el primer año, como el síndrome de Dravet, o más tarde como el Lennox-Gastaut. Son complicadas por su tratamiento y pronóstico. Para afrontarlas hay armas como los antiepilépticos, que en la actualidad son unos 25, y tratamientos no farmacológicos, como el inmunomodulador, con ACTH y diversos tipos de corticoides o inmunoglobulinas. También se puede recurrir a la dieta cetógena o a la estimulación del nervio vago.

¿Cuándo se opta por la cirugía?

En los casos debidos a una lesión estructural, como una malformación del desarrollo de la corteza cerebral. Debe estar localizada en una zona resecable sin riesgo de secuelas. Hay que sopesar las ventajas y los inconvenientes en cada paciente y hacer un estudio prequirúrgico en una unidad de monitorización continua. De los que llegan aquí, uno de cada cuatro es candidato a cirugía.

¿Cuándo se debe hacer?


Precozmente si se sospecha que es candidato a cirugía, porque, de lo contrario, la persistencia de las crisis provoca deterioro cognitivo y alteración de la conducta. Lo ideal es intervenir antes de los dos años.

¿Y si no admite cirugía?

Si no es posible la cirugía, hay que valorar si hay una causa o es de etiología desconocida. La evolución natural de la epilepsia, incluso cuando se presenta como una encefalopatía, es la disminución de la frecuencia de crisis. Hay pacientes en los que se inicia durante el primer año y van a tener crisis toda la vida, aunque con menor frecuencia. En la mitad de los que responden al tratamiento desaparecen después de dos años. Y el 95% quedan libres a los cinco años.

¿Y en la epilepsia resistente?

Se tratan con la estimulación del nervio vago y con estimulación profunda, dos técnicas que no necesita eliminar tejido. Esta última requiere más experiencia para decidir cuando está indicada.

¿Cuándo se opta por la estimulación del vago?

Es una intervención rápida, de una hora, en pacientes refractarios a la medicación que no son candidatos a cirugía y en los que ha fracasado la dieta cetógena. Se estimula el nervio vago izquierdo, que inerva en menor cuantía el corazón y no provoca interferencias en el ritmo cardiaco. Se coloca un electrodo subcutáneo por debajo de la clavícula. A modo de marcapasos, envía impulsos eléctricos al cerebro para disminuir la excitabilidad de las neuronas. En nuestra unidad se han colocado más de 40 estimuladores y en la mitad de los pacientes se redujeron la crisis al 50% o más. El efecto se nota de seis meses a dos años después de la intervención. Además del efecto sobre las crisis, el niño está más conectado con el ambiente, más atento e interacciona más socialmente.

¿Se podrá tratar con métodos no invasivos?

Se han hecho estudios con estimulación transcraneal y se ha comprobado que inhibe la hiperexcitabilidad neuronal de forma transitoria. Todavía está en desarrollo.


Dieta cetógena

No se sabe muy bien cómo una dieta rica en grasas y pobre en proteínas e hidratos de carbonos reduce las crisis en la epilepsia que no responde a los fármacos, explica Sanmartí. A los tres meses de iniciarla, con preparados especiales, un tercio de los pacientes reducen sus crisis a la mitad. «Requiere el ingreso del niño una semana para iniciarla, ver su tolerancia, porque puede provocar vómitos, y explicar bien a la familia cómo hay que hacerla», explica. Esta dieta sustituye la fuente habitual de energía del cerebro, la glucosa, por los cuerpos cetónicos derivados del metabolismo de las grasas.

26/10/17

Sonambulismo se asocia a la epilepsia [26-10-17]


Sonambulismo se asocia a la epilepsia

La neuróloga del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, María Ingrid Alanís Guevara, señaló que hasta en un 40 por ciento de los casos, el sonambulismo se asocia a epilepsia.


Dijo que “resulta fundamental que, quien padece dicha parasomnia, se estudie a profundidad, no sólo con la polisomnografía, sino también con electroencefalogramas que permitan un diagnóstico preciso”.

La experta, adscrita al Hospital de Especialidades del IMSS en el estado, indicó que el sonambulismo es una parasomnia caracterizada por una alteración en la conducta durante el ciclo superficial del sueño.

Explicó que es expresada a través de conductas automáticas que pueden ser tan breves como sentarse y hablar o dar unos pasos, hasta casos extremos como salir del domicilio e incluso conducir un vehículo.

“Por mucho tiempo se le veía como algo chistoso y no se le daba mayor importancia”, sin embargo recientemente se han establecido aspectos muy interesantes sobre el sonambulismo, como el que ya se señaló, que hasta en un 40 por ciento tiene una asociación con la epilepsia, reiteró.

Detalló que cuando la persona es sonámbula, se ha observado que presenta alteraciones en la conducción eléctrica cerebral, lo cual se concluyó cuando este trastorno dejó de tratarse solamente como una parasomnia y se realizaron estudios aparte de la polisomnografía que incluyeron el ya referido elecrtoencefalograma.

Además, destacó, dentro del sinfín de formas de epilepsia, existen las llamadas nocturnas, dentro de las cuales están las frontales y las temporales caracterizadas no tanto por convulsiones, sino por trastornos conductuales como los que se expresan en el sonambulismo.

En este punto refirió el caso de Cecilia, paciente quien a sus 47 años ya tenía tiempo con sonambulismo, “solía levantarse y caminar, de ahí no pasaba, pero las cosas cambiaron cuando empezó a salir de casa, lo cual le implicaba bajar escaleras y ´se cayó´”.

Cecilia, como en la mayoría de los casos de sonambulismo, solía levantarse entre dos y tres de la mañana, variable muy importante porque “en el ciclo de sueño hay dos fases importantes que se conocen como REM y No REM, REM significa movimientos oculares rápidos que es el periodo cuando soñamos”.

El No REM por su parte, continuó, como su nombre lo indica no hay movimientos oculares “es donde es más difícil que la persona despierte y es en este periodo de las dos a tres primeras horas de sueño cuando se presenta el sonambulismo”.

Destacó que cuando se establece el diagnóstico de sonambulismo, el tratamiento es farmacológico y se administra como mínimo durante seis meses y tanto al administrarlo como al retirarlo, se hace de manera progresiva “nunca de un día para otro” para evitar se produzca dependencia.

Detalló que el sonambulismo suele ser más común en la infancia y también en la adolescencia, en el primer caso debido al proceso de conocimiento y capacidad de asombro propio de los niños, mientras que en los adolescentes, puede deberse a la 'explosión hormonal' característica de esta etapa.

Luego, dijo, suele haber otro pico de aparición en individuos entre los 40 y los 50 años, pero lo común es que, si hubo sonambulismo durante la niñez, es prácticamente un hecho que éste reaparecerá.

Asimismo indicó que al margen del tratamiento, las personas con este tipo de parasomnia, idóneamente deben evitar el consumo de café, té, refrescos oscuros, así como bebidas alcohólicas y tabaquismo.